Las sustancias se caracterizaban, para Descartes, por poseer propiedades de las que no podrían carecer y seguir siendo las mismas sustancias.
Distinguió entonces dos clases de sustancias: La res extensa o sustancia física, y La res cogitans o sustancia pensante. La propiedad característica de la primera era la extensión, es decir, el ocupar lugar en el espacio y en el tiempo,
La sustancia pensante constituiría, en su opinión, una unidad individual de elementos mentales radicalmente distinta de la sustancia material, con la cual, no obstante, mantendría interacciones causales. Podría dudar acerca de todo, menos sobre su propia existencia como ser pensante.
La explicación que se propuso de cómo dos sustancias tan disímiles podían mantener interacciones causales fue sostener la existencia de un lugar de interacción entre las dos sustancias, -la glándula pineal- a través de la cual la mente podría influir sobre el cuerpo por medio de los humores o espíritus animales, que fluirían por los canales nerviosos.
Esta respuesta de Descartes se ha considerado ampliamente como insuficiente, más allá de que la glándula pineal no tiene la función que él le atribuyó.
Bibliografía -Fernández Acevedo, Gustavo (2021). El problema mente-cuerpo. Manuscrito.